viernes, 5 de abril de 2013

Otra víctima denunció al capellán Sabas Gallardo por complicidad manifiesta


"Una jauría salvaje y primitiva" formaban los torturadores de La Perla, dijo un sobreviviente

Córdoba.- Dos sobrevivientes de La Perla brindaron impactantes testimonios en la jornada de hoy. Juan José "Toto" López dijo que fue torturado por "una jauría salvaje y primitiva" que gozaba ostensiblemente al martirizarlo, y Alberto Colaski que el capellán Sabas Gallardo, un cura de acento español, le quitaba importancia a los suplicios que le habían infligido con la picana eléctrica diciendo que "más de cuatro horas no te habrán torturado porque en Argelia quedó comprobado que más que eso el cuerpo humano no aguanta".
López relató que fue torturado en La Perla por una "jauría salvaje y primitiva", al dar su testimonio en el marco del juicio por crímenes de Lesa Humanidad que tiene como principal acusado al ex general de división, Luciano Benjamín Menéndez.
López fue secuestrado el 20 de abril de 1978, por una patota integrada por entre 10 y 11 personas vestidas de civil y fuertemente armada, en la verdulería que tenía junto a su compañera María Ester Gómez en el barrio Iponá de la ciudad de Córdoba.
Recordó que fue introducido en un automóvil encapuchado y "atado con alambres" y trasladado a lo que después supo era La Perla.
Precisó López que cuando llegó al centro clandestino de detención "me llevan a lo que decían era La Margarita, que no era otra cosa que la sala de torturas, donde me desnudan, me atan las extremidades y me empiezan a pasar la picana por todo el cuerpo y me salpicaban (con agua) lo que aumentaba el dolor. Era algo espantoso".
Recordó visiblemente emocionado que mientras era torturado notaba el "grado de exaltación de esta jauría salvaje y primitiva: lo disfrutaban, era totalmente irracional" y añadió que por momentos escuhaba "sus gritos de excitación y los mios de dolor, y eso me quedó muy grabado".
Una herida que le infligieron se le infectó, dijo, y gracias a una prisionera, "Tita" Buitrago, de profesión enfermera que le diagnosticó una apendicitis, sus captores lo llevaron al Hospital Militar (de Córdoba), donde permaneció un tiempo hasta que fue devuelto a La Perla.
Tras realizar una descripción de las distintas nstalaciones que formaban parte del centro clandestino de detención, López recordó que en una oportunidad pudo ver en el baño "una pila de ropa y zapatos de desaparecidos".
Con posterioridad, siguió diciendo, fue llevado a otro centro clandestino conocido como "La Escuelita" ubicado en un predio frente a La Perla.
Añadió que en ese lugar, una madrugada, alrededor de las 4.30, "apareció un tal capitán Juan con otros torturadores y (junto a otros detenidos)nos metieron en un camión, nos tiran una frazada encima y nos llevan" a lo que después supieron era el Departamento de Informaciones (D2) de la policía de la provincia.
Desde ese lugar fue llevado a otro centro clandestino de detención conocido como la "Casa de Hidráulica" ubicada a orillas del Dique San Roque donde permaneció alrededor de diez dias, y luego fue devuelto a "La Escuelita", también conocido como "La Perla chica", dónde le otorgaron la libertad vigilada a mediados de setiembre de 1978.
Por su parte, Alberto Colaski, señaló que en una oportunidad, mientras era torturado, los represores le decían "te vamos a matar cuando nosotros querramos, no cuando vos quieras", al brindar su testimonio.
Colaski, fue detenido en la medianoche del 29 de junio de 1977 en el domicilio de un amigo en barrio General Paz de la ciudad de Córdoba.
Relató que fue secuestrado por un grupo de personas de civil con armas cortas que tiraron abajo la puerta de ingreso de la vivienda y también se "descolgaban de los techos".
"A partir de ahí comenzaron los golpes y el maltrato", dijo, y agregó que después escuchó una sirena de la policía y la voz de uno de los integrantes de la patota que le indicaba a otro: "'Decile que se vayan que estamos trabajando' y el coche policial se retiró".
Posteriormente Coslaski fue llevado al ex centro clandestino de detención La Ribera, donde fue constantemente golpeado y torturado con picana eléctrica.
Recordó que fue en ese lugar que le dijeron: "Acá no hay jueces, no hay abogados, no hay habeas corpus, acá depende de vos que te vayas al pozo o no".
Indicó que posteriormente fue trasladado a otro espacio de La Ribera, donde "me sacaron las ataduras pero seguían las vendas, me hicieron sacar el saco, me hicieron desvestir y ahí comenzaron nuevamente los golpes en una especie de tarima o mesa y se me empezó a sumergir en un tarro de agua, cabeza abajo; se golpeaba el tarro y con las manos a la altura de las orejas me golpeaban".
Colaski precisó que durante las sesiones de torturas "me decían comunista, judío. Les pedí que me mataran y me dijeron te vamos a matar cuando nosotros queramos, no cuando vos quieras".
El testigo denunció ante el tribunal que una de las consecuencias de las torturas a las que fue sometido fue la esterilidad que padece y señaló: "la vida compensa, no me ha dado hijos pero me ha dado sobrinos".
Posteriormente, Colaski fue trasladado el 5 de setiembre al centro clandestino La Perla, "donde aparece 'El Nabo' (el el mayor retirado Ernesto Barreiro, uno de los imputados)y ahí la cosas se pusieron más duras", porque se acentuaron las torturas.
Relató que en una oportunidad los sacaron al patio, "me hicieron arrodillar" y le practicaron un simulacro de fusilamiento: "me percutaron un arma varias veces en la cabeza, esas cosas perversas tenían".
Colaski fue luego llevado a la Unidad Penitenciaria número (UP1), donde escuchó al capellán de la cárcel, Sabas Gallardo que le decía que "más de cuatro horas de torturas no me deben haber aplicado, porque está comprobado en Argelia que más de 4 horas el cuerpo no aguanta".
De la UP1 fue trasladado al penal de La Plata, donde en agosto der 1982 se le otorgó la libertad vigilada y en diciembre de ese año la definitiva.
Previamente declaró María Ester Gómez, quien brindó detalles sobre el secuestro de su esposo, Juan José "Toto" López, el 20 de abril de 1978.
En su testimonio reconoció a los imputados, Oreste Padován como uno de los integrantes de la patota que secuestró a su marido y al sargento retirado Luis Manzanelli, como la persona que tuvo a su cargo la supervisión de la libertad vigilada que le habían otorgado a López.
El tribunal dispuso pasar a un cuarto intermedio hasta mañana ( por hoy) a las 10, cuando continúa la ronda de testigos previstos para este juicio.
Fuente: telam

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